Muchas veces pasa que cuando tenemos hambre, nos ponemos de mal humor y eso es debido a que el cuerpo nos avisa que tiene una necesidad primaria que cumplir.
Los nutrientes son todas aquellas moléculas que son necesarias a nivel celular y para las funciones vitales de un individuo, así como crecer o moverse.
Nosotros dependemos del alimento para sobrevivir y la falta de este puede desencadenar ira. Esta emoción que viene al el tener hambre nos ayuda a deshacernos incluso de todos los obstáculos que se interpongan entre la comida y nosotros.
El hambre nos estimula a tomar alimentos que nuestro aparato digestivo se encarga de degradar para extraer los minerales y nutrientes.
El nutriente que necesitamos con más urgencia es la glucosa debe estar de forma constante y abundante en la sangre, ya que, es la gasolina con la que parte nuestro cuerpo para hacer actividades.
Por eso cuando los niveles de glucosa en la sangre bajan sentimos la sensación de hambre. Cuando este nivel baja, lo primero que hace es extraer glucosa de los depósitos que hay en el hígado y los músculos, algo de lo que se encarga una hormona del páncreas, el glucagón, cuyo efecto es opuesto al de la insulina. Así se puede mantener el aporte de combustible a las células durante un tiempo (dos horas o poco más)
La razón química existe, y es que la hipoglucemia que se produce también causa trastornos en el comportamiento.
Lo recomendable es comer 5 o 6 veces al día aproximadamente cada 3-4 horas, la idea es no llegar a tener mucha hambre porque al tenerla el cerebro lo que quiere es comer cualquier cosa que se te pase por enfrente y viene el mal humor.
También el metabolismo puede sufrir daños cuando pasa tantas horas sin comer y tornarse lento. Mantenerse hidratado es otra medida importante para no confundir hambre con sed y por supuesto ayuda a sentirse lleno más rápido sobre todo si se toma antes de las comidas.