Las ecuaciones que te dicen que vas a perder tantos kilos semanales te dan un estimado, pero no son exactas y por eso no me fío mucho de ellas, todo debe ser adaptado a nuestro organismo y en su respuesta ante lo que decidimos hacerle. Sobrevive a las fases de pérdida de grasa y confía en los resultados.
Cuando entras en un plan de pérdida de grasa, en la fase inicial, te vas a sentir un poco incómodo, por estar en un ligero déficit calórico para que tu cuerpo acceda a las reservas de grasa como fuente de energía, pero comienzas a deshincharte porque vas a perder mucha agua y te sientes bien, aunque no es un progreso exclusivo.
Luego de dos semanas a dieta de pérdida de grasa, ya tu cuerpo comienza a utilizar la grasa en mayor medida, en eso puedes tener dos semanas más porque la proporción va cambiando, y no está mal.
Después llega un punto en que te puedes estancar un poco porque tu cuerpo quiere estar en un equilibrio. Ahí tienes que ver qué ajustar, si la dieta o el entrenamiento, y luego de ello ves en un proceso más y sigues entusiasmado, pero no tanto. ¡La fase intermedia! El todo o nada tampoco va a aquí, sigue.
La pérdida de grasa no es de un día para otro y el desespero viene cuando estás en esta fase de incomodidad y quieres tirar la toalla, ahí es donde aparece la disciplina, por encima de la motivación que tiene una duración menos prolongada.
Ser disciplinado es hacer eso que sabes que tienes que hacer aun cuando no tienes muchas ganas y no enfocarte en el resultado sino en el proceso, todo lo que tienes que hacer para llegar a donde quieres, luego el resultado aparece, no desesperes.
El peso no debe ser tu foco, sino cómo te sientes, ya lo hemos repasado aquí, así que redirecciona tus pensamientos y Sobrevive a las fases de pérdida de grasa con constancia, no desistas, si ves que algo no funciona, cámbialo; pero nunca hagas esto con tu objetivo.