- La comida debe ser distribuida durante el día. La sobredosis de comida al mismo tiempo causa dolor, malestar y digestión lenta.
- Se libera una oleada de glucosa en la sangre. Tu páncreas tiene que trabajar horas extras, bombeando insulina a tu organismo para metabolizar toda esa glucosa extra. Esto puede hacerte sentir lento, débil, irritable o con dolor de cabeza. Y además acumularás grasa con el exceso de glucosa.
- Pensando que existe algún tipo de emergencia, las glándulas suprarrenales entran en modo de "luchar o huir" y liberan adrenalina y cortisol, que es la respuesta natural del cuerpo ante el estrés.
- Cuando tus niveles de azúcar en la sangre finalmente caen bruscamente, experimentas esos malvados antojos por más alimentos, en específico carbohidratos simples o dulces.
- Las investigaciones han descubierto que la función del sistema inmunitario se ve afectada por al menos cinco horas después de consumir grandes cantidades de carbohidratos simples. Analizando esto, caigo en cuenta de que todas las veces que me he enfermado es cuando he comido alimentos refinados o procesados.
- No hagas pedidos excesivos: elige ensaladas (con aderezo aparte o llévate tu propio aderezo saludable), sopas y aperitivos, que suelen tener un tamaño más razonable que los platos principales.
- Elige alimentos ricos en fibra, como verduras, frutas, frijoles y granos integrales acompáñalos con una porción de proteína, para que te sientas satisfecha(o) y llena(o) de energía.
- Mastica bien para ayudar a la digestión y dale tiempo a tu cerebro para registrar que estás llena antes de comer en exceso.
- Toma suficiente agua (2 a 3 litros en promedio). A menudo confundimos sed con hambre.
- Lleva contigo tus propios snacks. Almacena en recipientes del tamaño de un aperitivo y llénalos con zanahorias pequeñas, palomitas de maíz o nueces.