Las frutas deshidratadas son fáciles de conseguir, prácticas para llevar a cualquier lado (no ensucian y duran mucho) y son sabrosas. ¿Son una buena opción?, sí y no. Ok, no los quiero confundir, les explico: son una buena opción si mides la cantidad, porque al ser deshidratadas reducen su tamaño y concentran azúcares naturales y calorías, se hacen densamente calóricas; en poca cantidad más calorías.
Ahora, si te apegas a una ración promedio de 30-40 g (aproximadamente, lo que cabe en 1/4-1/3 de taza de las de cocinar), puede ser una buena opción. Acompáñalas con un “puñito” (no puñote) de frutos secos como maní natural sin sal, almendras, pistachos o nueces, o con algo de proteína como un batido de Whey Protein Isolate, así tienes una merienda completa y más satisfactoria, porque si no haces esto te sentirás tentado a comer más fruta. Y aunque la fruta es sana, debes medirla porque es alta en fructosa = azúcar, que en exceso se convierte en grasa.
La medida que les sugiero tiene aproximadamente las mismas calorías y azúcar que una porción de fruta fresca, entre 70 y 100 calorías. Asegúrate de que no tenga azúcar añadida, que sea solo la fruta deshidratada, sin más nada.